YO Y MI PRIMERA PAJA, MI PRIMER MORBO Y MI PRIMER POLVO (CONTINUACIÓN DE MI PRIMERA PUTA Y MI PRIMERA NOVIA)

 CONTINUACIÓN DE: https://elamorenlostiemposdelgrindr.blogspot.com/2021/05/yo-y-mi-salida-del-armario-con-la.html

-¿Y entonces, en la época del instituto no te liaste con nadie, con ningún tío, ni del insti ni de fuera?

-Nada. Yo estaba dentro del armario. Pero muy dentro. Me acojonaba que cualquiera pensara que me gustaban los chicos. Y no sabía qué chicos había. En las redes, en grindr, en ese momento, todo lo que encontraba visibles, que se mostraban con la foto y tal, eran mayores. Mucho. Hubo un momento con 15 años en el que pensé que si quería follar en Cáceres, tendría que ser cincuentones panzudos, peludos y feos.

-¿Y cuándo te liaste con un tío por primera vez?

-Pero si te lo conté ya, ¿no?

-No, que de meter la polla por el culo no te gusta hablar.

-Qué basta eres, Lara.

-Que cuándo.

-El segundo año de carrera.

-Con…

-Con 20 o 21 años, sí.

-¡Tío!

-Muy tarde. Ya.

-Cómo fue.

-Fue en un concierto. De un grupo de rock. Por Carabanchel, en Madrid. A mí el grupo me daba igual, pero un colega quería ir y le daba pereza ir solo. Me dio pena, porque había me había pasado alguna vez algo así y le acompañé. Aquello acabó, mi colega al final se marchó y yo me quedé hablando con uno de los músicos y el promotor o mánager o algo así. El músico también se piró. Y seguí con el otro. Y ya cerraban el garito. Y el mánager o lo que fuera me invitó a su casa a seguir charlando y tomar algo. Y me apunté. No sé. Él rondaría los cuarenta o así, algo más tal vez. A mí, con veinte, sus cuarenta me parecían como mucho más, pero más en plan de madurez, de interesante, de entretenido. Bueno, en su casa me sirvió una copa, él se sirvió otra, sacó cocaína, me ofreció, le dije que pasaba, que salvo algún porro nada de drogas, él se metió su tiro. Y me pregunta que si tenía novia, que si me gustaba alguna chica. Y yo le respondí que nada. Que era gay. Que me gustaban los tíos. Y en ese momento, empieza a acariciarme por la entrepierna. Y justo tenía en los vaqueros que llevaba esa noche un agujero grande entre las piernas, por donde se joden del roce, aun conservo esos vaqueros, y él metió su mano por ahí, empezó a manosearme la polla y empezamos a jugar. Y esa fue mi primera experiencia con un chico.

-¡Con un señor! ¡Pero no decías que no te iban señores, que si panzudos y peludos y feos!

-Este no tenía nada de barriga, nada de pelos y era bastante guapo. No era como los de Cáceres. Y yo no tenía 15 años.

-¡Con un señor!

-¡Pues con un señor! Con un señor que yo no sabía que era gay hasta que no me sobó.

-Inconscientemente seguro que sí. El radar que tenéis los gays.

-¡Pero qué de estereotipos!

-Chupito por el promotor.

-Para el promotor, pero para mí no, que ya no puedo más.

-¿Te gustó?

-Sí. Me gustó. Y me recuerdo frotando mi polla en su pecho. Me gustó. Mucho. Y para nada extraño o doloroso o eso. O sea, un poco al principio, claro. Pero estuvo bien. Me gustó. Me quedé durmiendo en su casa. Como abrazados.

-¿Y nunca te has acostado con una tía?

-Me fui de putas una vez.

-¡Qué cabrón! ¡Eso no me lo habías contado.

-No.

-¿Cuándo?

-Después de la selectividad. En las ferias. Antes de irme a Madrid, claro.

-¿Al Pingüino, al Tótem, al Yuka?

-¿Cómo me voy a entrar en uno de esos sitios? ¿Que me vea cualquiera y le vaya con el cuento a mi madre? ¡Tía!

-Tu madre encantada. Una alegría. Te hubiera reñido o algo porque es madre, te hubiera hecho sentir mal para que no volvieras: que si la chica estaría obligada ahí, que si puedes pillar un sida, que si no tienes amigas… pero ya. Lo hubiera tomado como algo normal. Hasta se hubiera quedado tranquila. Las madres son así. Ahora irán de modernas con que no les importa tener un hijo gay, pero todas  prefieren que sus hijos pillen unas ladillas de putas a que anden de la mano con un tío por el paseo de Cánovas por el centro de Cáceres.

-No sé qué me escandaliza más: lo bruta que eres o lo antigua.

-Antigua…mira, si yo pillo a mi novio…

-Futuro marido.

-…Si lo pillo de putas, le monto un chocho que no olvida y no se mete en mi cama hasta que no se duche con lejía varios días seguidos. Y ya hablaremos de por qué va y eso. Pero ya. Ahora, si me lo veo saliendo de un cuarto oscuro, a mí no me ve más: lo echo de casa.

-Es diferente. A tu hijo no lo vas a echar.

-A un hijo no, pero prefieres que no sea gay. Porque sigues pensando que mejor lo normal, que va a sufrir, que en el mundo hay mucho cabrón, que igual no puedes protegerlo, que si lo van a acosar, que no sabes como defenderlo, que no vas a tener nietos.

-Está la gestación subrogada

-¿Comprar niños?

-No digas eso.

-Es eso, José.

-No vamos a empezar con eso. Vuelvo a la historia: no fue en ningún puticlub, fue en una casa por la Avenida del Reino Unido.

-Qué tal.

-Bien. No sé.

-¿Se te levantó bien?

-Sí, sí. Sin problema. Un completo. Cincuenta euros. Me la chupó y la follé. Me corrí dentro, con el condón, claro. Pero no sé si lo aproveché. No sabía qué podía hacer, cuál era la norma y me daba cosa preguntar. O sea, intuía que me la mamaba y se la metía porque lo ponía en el anuncio y se lo pregunté cuando la telefoneé para asegurar precio y eso. Pero no sabía si la podía besar, si podía tocarle las tetas, si le podía acariciar el coño, si podía comérselo. Entonces, yo me limitaba a poner las manos en las tetas y en el coño esperando a que me las apartara en cualquier momento, pero no lo hizo. Recuerdo una cosa que me llamó la atención y que no me ha pasado con los tíos: me pinchaba los pelos de su coño. Se lo habría depilado y estaban creciendo o no sé, pero cuando pasaba la mano era como un cactus, como una tía con pelos en las piernas, pero de estos erizados. Que raspan.

-Jajaja

-Al final le pregunté qué tal lo había hecho. Ella me respondió que bien, pero que me quedaba por aprender.

-Está quería te apuntaras a unas clases particulares.

-No sé. Me despidió con un piquito. Estaba buena. Pequeñita, con un culo redondito y unas tetas ni grandes ni pequeñas, y duras.

-Joder, pareces mi hermano hablando de tías.

-Tu hermano tiene un polvo. O dos.

-Pero no contigo. Te faltan tetas.

-Jaja

-¿Y cómo se te levantó con esta y no con Carolina?

-Yo creo que porque la puta no me interesaba, me daba igual y sobre todo no lo iba a ir contando por ahí. Esa presión sí me pudo con Carolina. Y me puede ahora, ¿eh? Hay muchas veces en que me voy a la cama con tíos que me ponen a saco, o con los que me gustaría tener algo… y gatillazo. Me puede el miedo, el cumplir para que se queden contentos y repitan o se queden conmigo. En cambio, con tíos que me dan igual, que casi quedo por quedar o por aburrimiento o qué se yo jamás he tenido un problema. Triunfo absoluto.

-Y si te follaste a la puta sin problemas, ¿no serás bisexual?

-No. Yo fui para probarme o para probar eso de lo que todos hablaban y que yo desconocía: el sexo. Como cuando fumas porque todos están fumando. Lo hice, lo de follar con una tía. No me dio asco, estuvo bien, pero no me sentí como cuando me tiro a un tío. Para nada. Y que yo puedo follar con una tía, pero es que no me atrae, no me llama, no me giro en la calle cuando veo a una espectacular, no me interesa. Lo de follar es mecánico. Lo que es la atracción, no. Y yo no tengo ninguna por las tías.

-Complicaciones que te quitas. Las tías somos muy raras.

-Pues hay cada tío…

¿Y entonces en todo el instituto no tocaste ni una polla?

-Bueno, hubo una vez.

-¿Voy preparando el chupito?

-¿Te acuerdas de los de intercambio del penúltimo año, los del pueblo de Gales?

-Sí.

-¿De Rob?

-No.

-Alto, delgado, como encorvado, nariz grande chata, con flequillo, cejas finas, con un lunar en la barbilla…

-No

-El único moreno…

-No. Pero da igual: cuenta.

-En el último botellón que hicimos con ellos, antes de que se regresaran para Gales, me fui a mear y él, que también se estaba meando, o eso dijo, se vino conmigo. Y estábamos meando y me di cuenta de que él no meaba. No se oía el chorro. Y miré un poco de reojo y vi que me miraba la polla. Él no meaba. Él no quitaba ojo de mi polla y se la acariciaba. La tenía morcillona. Y le crecía. Y a mí se me cortó el meo y se me puso dura como una piedra. Y él me sonríe nervioso y se me acerca, lo justo para agarrarme la polla. Y empieza a pajearme. Y en nada se me junta más. Pegado a mí. Y empieza a lamerme el cuello, la oreja. Me puso a mil. Le besé. Mi primer beso. Con ansia, de esto que se chocan los dientes, metiéndole la lengua como suponía que se hacía, él metiéndome la lengua hasta el fondo. No sé si era torpeza o nervios. Y le agarré la polla y también se la menee. Yo  tenía el corazón como con Carolina, pero por diferente motivo, claro. Era de excitación, de alegría, era adrenalina… Pero oí ruido de gente que se acercaba, lo empujé, lo aparte, me lo quité de encima y salí corriendo a donde estaba el botellón. Él vino al rato, igual se quedó allí pajeándose hasta que se corrió. Y me buscaba con la mirada, me miró un par de veces, pero yo le rehuía. Lo esquivaba. Y me fui. Dije que se me hacía tarde, que no sé qué y me largué.

-Qué tonto, José.

-Mucho, mucho. ¡He sido tan tonto! ¡Tan miedoso! He desaprovechado tanto que creo que por eso ahora me acuesto con todos. No quiero que en el futuro mirando al pasado me sienta como ahora: tonto, idiota. No sé.

-¿Pero te acuerdas mucho de eso?

-Me pajeo más de una vez recordando ese momento. Me empalmo en cuanto lo pienso.  Me da morbo desde entonces estar meando y que venga alguien a pajearme, que alguien me mire mientras meo. Me poner cerdo.

-Jajaja. Mira el galés te dejó un fetichismo. Bastante guarro. Qué sabes de él.

-Lo busqué en instagram para ver cómo está. Mira. Rob Abergavenny. Le sentaron muy bien lo años. O sea, que estaba bien, pero ahora está mejor. Qué morbo me da.

-Le han sentado bien los años, ¿no? 

-Muy bien. La barba le sienta muy bien. Y ha ganado cuerpo. Me lo follaba con unas ganas.

-Vive en Barcelona.

-Sí. Trabaja allí de algo de programador de vídeojuegos y luego tiene como algo de música electrónica.

-Escríbele, escribe al galés.

-Cómo le voy a escribir. Me va a tomar por un loco, por un stalker.

-Escríbele. O le escribes tú o le escribo yo.

-¡Lara, dame el móvil! ¡No le escribas!

-No le voy a escribir, tranquilo, pero le voy a dar ‘like’ a todas sus publicaciones.

-Vale. Ya. Para. Dame el móvil. Que te voy a hacer caso. Le voy a enviar un mensaje.  

-¿De verdad?

-Que sí. Venga, dame, mira. Qué le pongo.

-Que la paja ya te está durando mucho, que quieres acabarla, que si te puede ayudar, que tienes un parque cerca de casa.

 


Comentarios

Entradas populares