YO Y EL CHICO QUE ODIABA A LOS BISEXUALES
Antes
de que yo me sirviera la cerveza en la copa fría, Borja ya se había bebido su
Fanta de naranja. Los trozos de tortilla que nos pusieron como aperitivo ni los
tocó. Solo jugueteaba con ellos, moviéndolos de un lado a otro del plato. No
daban para mucho más: el aspecto decolorado, reseco y frío poco invitaba a
probarlos. Realmente, aquella tapa reflejaba fielmente el local. Aquel bar de azulejos era el primero que vimos abierto en la plaza donde nos citamos. Nos bastaba para nuestra intención: calibrar si
nos ajustábamos a las fotos enviadas por Grinder. Él, salvo por unos lunares
en un lado de la cara que no había apreciado, lo hacía: un chico camino de la
treintena ni gordo ni delgado, ni alto ni delgado, ni definido ni fofo. Un ejemplo del concepto 'del montón’. No destacaba su porte, su vestir, su peinado. Nada de él.
Como mucho, sus ojos de serpiente: ladeados, rasgados y verdosos. Como mucho,
su nariz: un punto respingona, alzada. Como mucho, sus cejas: finas,
estilizadas. Una normalidad, en general, lógica y natural. Ningún problema.
-¿Y eres fotógrafo, me dijiste?
Fotografiaba para calendarios y para
publicidad corporativa. Quería ejercer en el mundo de la moda, pero ahí solo
había llegado de momento a asistente. Recibía cursos de cosas para edición de
fotografía y producción de Photoshoot de moda, que no yo no sabía qué
significaba ni lo pude saber porque bloqueo mi pregunta sobre aquello con una pregunta suya sobre mí.
-¿Tú eres gay o bi?
-¿Por? ¿Quieres jugar con una chica?
Se rió nerviosamente desviando su
mirada de la mía.
-No. Te estoy preguntando.
Ignoraba cuál era la respuesta
correcta. ¿Un sí o un no lo alejaba o lo acercaba? Opté por la verdad.
-Me he acostado con chicas. Hace
tiempo. No por bisexual. No soy bisexual.
-Bien. Yo menos. Y no me van. Soy
gay al 100%.
-¿Por qué la pregunta?
-Porque no aguanto a los bisexuales.
No quiero nada con bisexuales.
Borja, en tiempos, había tonteado
con un tenista. De los de verdad, no de fin de semana. Un chico dedicado a ese
deporte, de los que competían, de los que ganaban premios y subían en la
clasificación. El hombre más guapo con el que se había acostado. Y
del que un día le comentaron que había presumido de una tía con los amigos. Le
requirió sobre eso y el deportista le explicó que le gustaban los dos sexos. Borja le dejó.
Ante esa reacción, el 'guapo' cambió el argumentario: no le gustaban las mujeres, pero entre los compañeros tenía que fingirlo, inventar alguna historia con
chicas para ser uno más. Y que se había equivocado en inventarse aquello de la
bisexualidad con él… no le valió de nada. Borja le bloqueó en wasap e
instagram. No quiso volver a saber nada de él.
En otra ocasión, iba medio dormido en el metro apoyando la cabeza en el hombro de un hipertrófico divino con quien salía y notó que su noviete no paraba de mirar en dirección opuesta a él durante todo el trayecto. Se irguió para averiguar a qué y descubrió a quiénes: un par de chicas propias de ‘La isla de las tentaciones’ en cuanto aspecto y vestimenta. Allí mismo le lanzó la misma pregunta que me había planteado a mí y mucho antes al ‘nadal’: “¿Eres bi?”. Lo era. En la siguiente estación se bajó. Le bloqueó en wasap e instagram. No quiso volver a saber nada de él
Su último drama lo vivió con un motero cuarentón maravilloso. Arrodillado en la cama, Borja le había comido la polla y ahora ascendía hacia los labios recorriendo el cuerpo con su lengua, mientras el otro movía acompasadamente el dedo que le tenía metido en el culo. En esa situación, el motero le susurró “lame la tetilla como hace mi novia”. Error. Con el dedo ajeno en su culo, Borja quiso saber. Y sí: el cuarentón era bisexual. Se sacó el dedo y comenzó a vestirse. Cuando el tío entendió que se quedaba a medio hacer, comenzó a gritarle ‘puta’. Le echó de su casa. Innecesario: Borja se marchaba por voluntad propia. Por principios. Por si acaso, le bloqueó en wasap e instagram. No quiso volver a saber nada de él
-¿Pero a ti que te pasa con los
bisexuales?
- No me gusta estar con un tipo al
que le gustan las mujeres. Somos hombres, somos homosexuales. Una combinación
explosiva. Promiscuidad con más promiscuidad. Combinación explosivo. Tú
imagínate. Si ya te la puede pegar un gay con otro hombre, imagínate que es bi.
¡Te la puede pegar con todos! Igual se va con uno que con otro. Y yo no sirvo
para mortificarme. Y además…
-¿Además…?
-Un tío que se va con tías solo
puede meterla. Eso ya lo hace. Seguro que si busca a un tío al final es para
que se lo metan. Y yo no quiero pasivas disfrazadas. Para pasiva, yo. Yo quiero
activos.
Ladeó la cabeza. Sonrío
nerviosamente de nuevo.
-¿Te gusta el agua?
No entendí.
-A mí me gusta meterme en la ducha y
bajo el agua mamar, pajear, besar y luego ya limpitos ir a la cama y follar. ¿A
ti eso te gusta?
-Sí
Risa nerviosa.
-¿Tú eres peludito, no? Yo soy
peludo, pero me afeito todo.
Se levantó el jersey. Sin rastro de vello. Correspondí. Me desabroché los botones superiores de la camisa. Mucho vello. Rió nerviosamente. Llamó al camarero.
-¿Pagamos y nos vamos a tu casa?
Respondí lo lógico.
-Sí.
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